Una nueva modalidad de fraude está creciendo rápidamente y dejando un daño profundo en las finanzas de miles de personas: el fraude sintético. A diferencia del robo de identidad tradicional, este tipo de estafa consiste en crear una identidad completamente nueva y falsa, combinando datos reales con información inventada, muchas veces generada con inteligencia artificial.
Creación de una identidad híbrida: Todo comienza con un dato real: como un número de seguridad social o CURP de alguien sin historial crediticio. A eso se le agregan nombre, dirección y otros elementos falsos para construir un perfil “creíble”.
Construcción de un historial positivo: Con esa identidad, los estafadores solicitan créditos pequeños y pagan puntualmente durante meses —incluso hasta 18 meses— para generar confianza y fortalecer el historial.
El golpe final: Una vez que esa identidad tiene buen puntaje, solicitan montos mayores, extraen el dinero… y desaparecen. La deuda queda sin pagar, y la identidad, al no ser real, no puede ser rastreada.
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El fraude sintético está ganando terreno en silencio, y sus consecuencias pueden ser devastadoras tanto para las instituciones financieras como para personas cuyos datos reales se usaron como base.
Detectarlo a tiempo requiere nuevas formas de verificación de identidad, análisis de comportamiento en tiempo real y herramientas capaces de identificar inconsistencias sutiles. Porque cuando el fraude no tiene rostro… el reto es aún mayor.
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