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¿Por qué un KYC No Es Suficiente para Detener un Fraude?

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13/8/2025

Imaginemos un caso hipotético, pero muy cercano a la realidad que vivimos hoy: todo parecía en orden. El documento era auténtico, la selfie coincidía perfectamente, el correo y el teléfono estaban validados, y el sistema emitía un confiado “aprobado”.

Sin embargo, apenas un mes después, la verdad salió a la luz. Ese cliente nunca tuvo la intención de pagar. Pero lo más alarmante es que no era la primera vez que actuaba así. En otras empresas ya había solicitado créditos con diferentes nombres y documentos… pero siempre con la misma cara.

Esta es la cruda realidad de muchas empresas que descubren, demasiado tarde, que un KYC impecable no garantiza seguridad. Lo que antes bastaba para frenar el fraude, hoy es apenas la primera barrera, fácil de atravesar para defraudadores cada vez más sofisticados.

La pregunta inevitable surge: ¿qué hace falta para realmente detenerlos?

El problema: un sistema que se quedó en el pasado

Hace no tanto, obtener una tarjeta o un crédito era un ritual casi inamovible: acudir a la sucursal, mostrar tu identificación, firmar papeles y esperar la aprobación. Era un sistema lento, sí, pero también predecible.

Con la llegada de la pandemia y el boom de los servicios digitales, todo cambió. Las instituciones financieras se adaptaron aceleradamente, incorporando soluciones tecnológicas que sumaban capas de seguridad biométrica y validaciones documentales. Incluso la CURP, que hoy incluye datos biométricos como foto, huellas y hasta iris digital, se integró como un recurso más para validar identidad. 

Pero el juego sigue evolucionando… y no a nuestro favor. Hoy, los delincuentes usan máscaras hiperrealistas, imágenes generadas con inteligencia artificial y manipulación avanzada de aplicaciones. Los datos pueden coincidir, el rostro puede ser el mismo que el de la CURP, pero la intención no. Un solicitante puede tener documentos legítimos y, aun así, pedir un crédito sin intención de pagarlo.

En otras palabras: Seguimos confiando en un sistema que identifica quién eres, pero no cómo actúas.

Detectar al defraudador: más allá de los documentos

La realidad es que una identidad legal no siempre refleja una intención legítima. Un defraudador puede presentar una identificación oficial auténtica, una selfie perfectamente coincidente y documentos en regla… pero tener un objetivo muy distinto: aprovecharse del sistema, obtener un beneficio y desaparecer. En ese instante, todos los filtros documentales pierden valor.

Por ejemplo:

Los métodos tradicionales para detectar fraudes, como analizar la dirección IP, el correo electrónico y el teléfono, han sido durante mucho tiempo la primera línea de defensa en el proceso de validación. Sin embargo, según nuestro análisis de A Year in Fraud 2024, la efectividad de estas técnicas estará disminuyendo: la validación de correo electrónico detecta un 13% menos fraudes en comparación con 2023, y la capacidad de identificar fraudes mediante el análisis de IP ha caído del 6.9% al 3.9%.

La verdadera lucha contra el fraude requiere ir más allá de la validación estática de datos y enfocarse en el comportamiento porque el reto no es solo confirmar quién es alguien, sino anticipar qué piensa hacer.

Esto nos enfrenta a una verdad incómoda: El único elemento que un defraudador no puede alterar con facilidad es su rostro.

El futuro: colaboración y biometría avanzada

A partir de esta realidad, nació una red colaborativa que permite a las empresas identificar, en tiempo real, si un usuario que intenta registrarse ya ha cometido fraude en otra institución. Un cambio de paradigma que supera el enfoque del KYC tradicional, limitado a validar documentos y datos de manera individual.

En Unico nos especializamos en llevar esta visión a otro nivel, integrando dos elementos clave:

  1. Motor biométrico orquestador: al abrir la cámara para la selfie, el sistema alterna entre distintos motores de reconocimiento facial, lo que dificulta que un atacante anticipe o manipule la verificación.
  2. Red de identidad compartida: las empresas participantes pueden identificar rostros previamente vinculados a fraude o impago, incluso si el documento o los datos han sido modificados.

A diferencia de una prueba de vida, esta tecnología detecta patrones de fraude que van mucho más allá de la validación documental.

La nueva frontera contra el fraude en México

En el pasado, la defensa terminaba cuando un documento coincidía con una cara. Hoy, sabemos que eso no basta.

Las redes colaborativas han convertido cada fraude detectado en una señal de alerta compartida. La biometría dinámica ha aprendido a cambiar antes que el atacante. Y el análisis de comportamiento revela aquello que los documentos nunca mostrarán: la intención.

En México, las empresas caminan por un terreno cada vez más incierto, donde la tecnología avanza a pasos agigantados y lo desconocido se vuelve la constante. En este escenario, aferrarse a procesos antiguos ya no es una opción; es como tratar de frenar una ola con las manos. Ahora más que nunca, se requiere agilidad, innovación y colaboración real para anticipar los movimientos del fraude.

En este nuevo terreno, la prevención es una carrera contra el tiempo… y ganan quienes pueden anticiparse.

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