No todos los fraudes son estruendosos. Algunos, como la suplantación de identidad, se infiltran en los sistemas, generan pérdidas millonarias y erosionan la confianza sin levantar sospechas inmediatas. En América Latina, este delito se ha vuelto uno de los más difíciles de contener, afectando de forma directa a bancos, plataformas de retail y operadores de casinos en línea.
El aumento en la frecuencia y complejidad de estos ataques es evidente. Según el estudio A Year In Fraud 2024, México registró un incremento del 200% en fraudes con deepfakes durante el último año. El dato no solo posiciona al país como líder regional en crecimiento de fraude digital, sino que expone una vulnerabilidad crítica en los mecanismos de validación de identidad actuales.
El sector financiero se encuentra en la primera línea de impacto. Las pérdidas económicas son importantes, pero lo más preocupante es que van acompañadas de un efecto multiplicador. Se estima que el costo total de un fraude puede llegar a ser 5.3 veces mayor que la transacción afectada, una vez sumados gastos legales, operativos y reputacionales.
A esto se añade un cambio en el perfil de riesgo: el 51% de las pérdidas por fraude en la región provienen de canales digitales, y un 38% corresponde a operaciones realizadas con métodos de pago emergentes, como billeteras digitales, criptomonedas o apps de transferencia rápida.
La suplantación de identidad no solo afecta a quienes gestionan dinero. En el ecosistema del comercio electrónico, los impactos son igual de alarmantes. Según estimaciones del sector, hasta el 20% de los ingresos del e-commerce en Latinoamérica se ven afectados por fraude, y más de una de cada diez empresas reconoce que pierde hasta el 5% de su facturación anual por esta causa.
Estos fraudes rara vez se anuncian. Se mimetizan con el comportamiento normal del usuario y se vuelven visibles solo cuando el daño ya está hecho.
El mercado de juegos online y apuestas digitales ha crecido de forma sostenida en países como Brasil, México, Argentina y Chile. De acuerdo con proyecciones del sector, el valor total de esta industria alcanzó los 5 mil millones de dólares en 2024.
Entre 2022 y 2024, los fraudes en este sector aumentaron en promedio un 64% anual, evidenciando la facilidad con la que las identidades falsas logran sortear los controles.
Porque los riesgos en esta industria no son menores. El juego en línea opera en entornos de alta rotación de usuarios, transacciones inmediatas y ofertas promocionales que pueden ser explotadas por actores maliciosos, este tipo de fraude también es conocido como abuso de promociones. Cuando el fraude se normaliza, no solo se pierden ingresos: se erosiona la confianza, se compromete la seguridad de los jugadores y se debilita la legitimidad del ecosistema.
Entender la magnitud del problema a tiempo permite a las plataformas anticipar patrones, ajustar sus filtros y construir una experiencia segura sin sacrificar la agilidad del negocio. El que investiga primero, protege mejor.
Uno de los hallazgos más reveladores del reporte antes mencionado es lo que ocurre después del fraude: uno de cada tres usuarios deja de usar su banco o fintech tras ser víctima. Esta reacción emocional tiene un impacto más profundo que cualquier pérdida financiera: pone en riesgo la relación construida entre negocios y clientes.
En lugar de preguntarnos “¿cómo protegemos nuestros sistemas?”, el verdadero cambio ocurre cuando empezamos a preguntar “¿cómo blindamos el ecosistema completo?”. Ese es el enfoque que estamos adoptando desde Unico México. Más allá de ofrecer una suite de validación, estamos activando una red de protección compartida, donde cada empresa aporta, alerta y aprende. Tecnologías como la biometría facial con prueba de vida y el análisis de comportamiento digital son solo el principio.
Lo transformador es la interoperabilidad entre sectores: lo que detecta una fintech puede prevenir un ataque en un retailer o una plataforma de juego. Y eso ya está ocurriendo en tiempo real, gracias al Buró de Fraude Biométrico con Capacidad Gremial, la primera iniciativa de su tipo en el país, con alcance interinstitucional.
Porque el fraude no respeta fronteras. Tampoco deberían hacerlo nuestras defensas.
La suplantación de identidad es una amenaza silenciosa, pero su impacto es ruidoso: cuentas vacías, clientes perdidos, marcas comprometidas. No llega con advertencia previa, pero deja consecuencias duraderas.
La buena noticia es que no estamos solos. La tecnología evoluciona, pero también lo hace nuestra capacidad de anticipar, compartir y actuar en bloque. Ya no se trata de cerrar puertas, sino de abrir canales de colaboración.
En Unico México creemos que la protección de la identidad no debe ser una competencia, sino una causa común.
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