Hoy, las nuevas generaciones estamos destinadas a vivir en un entorno donde la tecnología avanza aceleradamente: las apps cambian cada semana, los celulares integran nuevas herramientas, y gran parte de nuestra vida se ha transformado en digital. Esto podría ser una ventaja… pero si nos detenemos a pensar en quienes crecieron en una época sin estas tecnologías, ¿cómo es la realidad que enfrentan hoy?
Se enfrentan a un entorno digital desconocido, lleno de riesgos y barreras invisibles. No solo les resulta complicado entender lo que sucede a su alrededor, sino que también les resulta difícil introducirse y combatir los espacios cibernéticos llenos de suplantación de identidad y fraudes.
En México, 3 de cada 10 adultos mayores han sido víctimas de algún fraude digital o telefónico, según datos de la CONDUSEF y la Comisión Permanente de la CDMX.
El entorno digital avanza sin pausa y, para muchos adultos mayores en nuestro país, este nuevo mundo se ha convertido en un espacio inseguro, donde la vulnerabilidad crece cada día.
Para muchos de nosotros, aprender a usar una nueva aplicación, realizar un pago en línea o adaptarnos a constantes actualizaciones se ha convertido en algo cotidiano, parte de la rutina diaria. Pero para los mayores, cada nueva función o ajuste es un nuevo código que descifrar… y casi siempre, sin un manual de instrucciones.
Es verdad que pocas veces nos detenemos a pensar que mientras la tecnología avanza, muchos se han quedado atrás. Para quienes crecimos adaptándonos a estos cambios, es fácil seguir el ritmo. Sin embargo, lo que para unos es simple, para otros puede convertirse en motivo de ansiedad: recibir una llamada inesperada del “banco”, un mensaje de alerta o intentar conectarse a una videollamada para ver a sus nietos sin estar seguros de haber presionado el botón correcto.
Una situación que, lejos de ser pasajera, ha marcado una brecha que hoy coloca a los adultos mayores en un escenario de mayor peligro.
Los adultos mayores no solo enfrentan estafas… enfrentan una desventaja silenciosa, algunos factores que los colocan en riesgo son:
Así, en medio de estas limitaciones y barreras digitales, los fraudes siguen en constante evolución, con métodos cada vez más avanzados que suelen aprovecharse justamente de las condiciones mencionadas.
Lo que vuelve a muchos fraudes tan peligrosos para los adultos mayores no es únicamente su apariencia, sino la carga emocional con la que están diseñados. Fraudes que generan miedo, prisa o preocupación activan una respuesta rápida, justo lo que buscan los delincuentes para evitar que la víctima se detenga a pensar, confirme o pida ayuda antes de actuar.
En su gran mayoría, los delincuentes usan como herramienta “el sentido de urgencia” con el fin de provocar ansiedad a sus víctimas. Usan mensajes como:
“Última oportunidad”
“Tu cuenta será bloqueada”
“Responde antes de 5 minutos”
Este tipo de frases, son presentados como ofertas, sorteos, descuentos exclusivos que buscan desarrollar una emoción positiva y un efecto apresurado. Así mismo, la presión emocional combinada con la poca familiaridad digital hace que muchos adultos mayores actúen por impulso ante mensajes que generan miedo o urgencia.
De hecho, muchos fraudes dirigidos a los mayores comienzan con la obtención o exposición de datos personales en internet, lo que permite a los delincuentes crear mensajes más creíbles y personalizados, aumentando la probabilidad de que la víctima caiga en la trampa. A esto se suma que muchas personas mayores crecieron en una cultura donde un mensaje que aparentaba venir del banco, del gobierno o de una aseguradora generaba confianza automática.
Esto se reflejo en cifras oficiales: según la CONDUSEF el 63% de las reclamaciones por posibles fraudes en el sector financiero son realizadas por adultos mayores, principalmente relacionadas con cargos no reconocidos y disposiciones no autorizadas.
Y lo más delicado: por no querer incomodar a sus hijos o nietos, prefieren resolver solos, sin pedir ayuda ni confirmar. Es ahí donde los delincuentes encuentran su oportunidad.
En Unico sabemos que detrás de cada rostro hay una historia, una familia, una vida entera. Y también sabemos que con los años, el rostro cambia y la tecnología no siempre reconoce con la misma precisión a quienes más deberíamos cuidar.
Así mismo, trabajamos para que su identidad esté segura y validada con precisión, sin importar el paso del tiempo.
Nuestras acciones:
Por eso, trabajamos para que la identidad de todos se valide con precisión, adaptándonos a los cambios que trae el tiempo y protegiendo a quienes más lo necesitan.
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